FICHA
DEL LIBRO:
Autora:
Veronika Peters
Editorial: Vergara
Género:
Sentimental
Fecha
de edición: Octubre 2012
Precio:
16€
SINOPSIS:
Katia Werner está a punto de cumplir treinta años
cuando, de un día para otro, pierde su trabajo y su alojamiento, y no sabe cómo
seguir con su vida. Ante la necesidad de dejar todo atrás, se pone en camino
hacia la casa de una vieja tía, a quien nunca ha visto. La tía Ruth regenta un
pintoresco hotel a orillas del mar Báltico. Sus ancianos huéspedes y, sobre
todo, su tía una
mujer cascarrabias y de costumbres poco edificantes se ocuparán de que la espontánea visita de fin de semana se
alargue varios meses. Pese a que las relaciones con la excéntrica Ruth son algo
caóticas, Katia acepta los riesgos que implica prolongar su estancia allí, sin
sospechar que de ese modo acepta el mayor desafío de su vida. Una historia
emocionante, que nos habla de las posibilidades que brinda el encuentro entre
generaciones.
OPINIÓN
PERSONAL:
En cuanto vi la portada de este libro y me leí la
sinopsis no dudé ni un instante en comprarme este libro que ya con su título me
llamaba poderosamente, me dio buena espina y estaba encantada con tener una
lectura un poco diferente para ese día. Es un libro que lees en seguida, tiene
buen ritmo y engancha, cuando te das cuenta ya te ves inmersa en la lectura
aunque confieso que al principio me costó seguir el ritmo, no sé si es la
manera de escribir de la autora o la traducción , que por otra parte no tiene
ninguna falta, pero pasada las primeras páginas ya estaba completamente
atrapada en la historia de Katia y su recién encontrada tía Ruth.
Katia tiene veintinueve años cuando vuelve a perder
otro trabajo, uno de muchos, pero esta vez ha sido un poco más humillantes que
las demás, sin ganas de dar la cara y decirle a su padre que la han vuelto a
despedir y con muchas menos ganas de explicarle el motivo, se le ocurre la gran
idea de viajar hasta los pies del mar Báltico a un pequeño hotel que pertenece
a su tía, una tía que ni ella ni su padre han conocido nunca y que tiene la
edad de ser su abuela.
Llega al hostal, porque por sus dimensiones sólo puede
ser eso, de Palaos con el Báltico de fondo sin saber si la hermana de su padre
sigue allí o si aún vive. Cuando llega se encuentra con que el supuesto hotel
apenas parece una casa normal donde las tormentas y el oleaje mantienen siempre
en vilo, con sofás de playa distribuidos
por el jardín y unas vistas impresionantes . Katya finalmente entra en el
pequeño hostal donde conocerá a un variopinto grupo de personas que forman
parte del Palaos, pero el más peculiar y árido es su propia tía Ruth que lejos
de ser una ancianita risueña y amable como Katia soñaba ilusamente, es una
anciana con muy mal genio, una lengua larga y rapaz con una vitalidad de hierro
que se aferra a sus convicciones y al pasado donde el Hotel Palaos era signo de
elegancia y había colas de espera para reservar habitaciones.
Ruth y Elizabeth son las dueñas del hotel, pero ahora
viven horas bajas, la gente ya no busca la paz y lo distinguido, en un hostal
donde en invierno apenas se puede salir fuera, hay libros de lectura
distribuidos por toda la casa pero no internet, un solo televisor, las revistas
del corazón se tiran a la basura y donde los americanismos, y los modernismos,
están casi prohibidos. Cuentan con clientes habituales que cada año menguan
debido a la edad, y con un personal que consta de un cocinero ruso, su hermana
como ayudante, dos limpiadoras polacas y hermanas y un huésped que vive allí
desde hace siete años que siempre tiene alguna referencia histórica que contar,
junto con las ocasionales visitas del viejo doctor y el único vecino cercano,
que además es de la edad de Katia.
La llegada de una Katia un tanto perdida e inmadura
aún a pesar de su edad, no causa gran revuelo en un principio, Ruth la acepta
en seguida como sobrina entre resoplidos y miradas frías, pero le da un techo y
poco a poco, “trabajos”, pues Katya en seguida se hace útil para un sinfín de
trabajos ayudando a todos y forma en seguida a ser parte del Palaos. Poco a
poco se va adaptando y madurando, conociendo el carácter de Ruth que es como el
tiempo del Báltico, ruidoso, huracanado y espinoso, que muestra su cariño de
manera solapada y en raras ocasiones. Entre todos también ayudan a que Katia
madure de muchas maneras, mientras las discusiones de las ancianas por intentar
salvar el hotel con modernidades o sin ellas, son casi diarias, ninguna de las
dos lleva bien que le digan que son mayores, y a veces ven en Katia una amenaza
o alguna afrenta que tiene más que ver con su miedo a la vejez que a que a la
propia Katia que muchas veces no sabe de donde le vienen los cuchillos.
Katia nos narra en primera persona como su fue su
etapa en el Palaos, como conoce a su tía Ruth y encuentra su sitio entre
ancianos y días tormentosos , pero todo tiene un tiempo de duración cuando la
vida y las consecuencias de ella te pasan factura.
Me ha gustado, es una narración a veces un poco
errática, pero a la que en seguida te adaptas, una lectura diferente donde
disfrutas con Katia, sus problemas o como le gusta intentar hacer que no los
hay, la huraña Ruth que no lleva bien los cambios pero que en seguida se reconoce
un poco en su sobrinita, el resto de los personajes también forman parte de
manera activa en esta historia y donde la autora nos deja disfrutar de algunas
citas literarias a cuenta de Ruth. Una lectura que atrapa y te hace pasar un
buen rato entre un paisaje de ensueño para los que no les guste el calor.
Muy bueno.
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